Los expertos lo confirman: ésta es la fecha exacta de la llegada de un asteroide a la Tierra
Este asteroide despertado un gran interés entre científicos y astrónomos debido a su potencial peligro para la Tierra
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El asteroide Bennu, con un diámetro de 500 metros, es uno de los cuerpos celestes más peligrosos conocidos en nuestro Sistema Solar. Aunque su potencial de colisión con la Tierra es bajo, con una probabilidad de apenas el 0,037%, el 24 de septiembre de 2182 se considera el día de mayor riesgo. Un estudio de la NASA, titulado «Ephemeris and hazard assessment for near-Earth asteroid (101955) Bennu based on OSIRIS-REx data», ha permitido calcular con precisión la trayectoria de Bennu y ofrecer una perspectiva más tranquilizadora sobre su impacto. Gracias a la misión de la nave espacial Origins, se han obtenido datos valiosos sobre los movimientos de este asteroide hasta el año 2300.
Actualmente, la probabilidad de colisión es inferior al 1%. Según Kelly Fast, científica del Programa de Observación de Objetos Cercanos a la Tierra de la NASA, la misión se centra en identificar y seguir asteroides que puedan acercarse al planeta, con el objetivo de minimizar el riesgo de un desastre. La misión OSIRIS-REx ha sido clave para afinar los modelos orbitales de Bennu, recopilando información detallada sobre su composición y trayectoria. Uno de los principales desafíos para los científicos es identificar los «ojos de cerradura gravitacional», zonas donde la gravedad terrestre puede afectar la órbita de un asteroide. A través de estos estudios, se ha logrado modelar la trayectoria de Bennu con una precisión sin precedentes.
Impacto del asteroide Bennu contra la Tierra
El asteroide Bennu, de aproximadamente 500 metros de diámetro, ha despertado un gran interés entre científicos y astrónomos debido a su potencial peligro para la Tierra. Clasificado como un asteroide de tipo B, es rico en carbono y se considera un remanente de la formación del Sistema Solar, con más de 4.500 millones de años de antigüedad. Su superficie contiene materiales primitivos y una mezcla de minerales como olivino, piroxeno y arcillas, así como compuestos orgánicos.
Esto sugiere que Bennu podría albergar los ingredientes necesarios para la vida, convirtiéndolo en un objetivo clave para la investigación astrobiológica. La misión OSIRIS-REx, lanzada en septiembre de 2016 y que llegó a Bennu en diciembre de 2018, ha permitido a los científicos recopilar datos detallados sobre su superficie y composición. Este conocimiento no sólo enriquece nuestra comprensión de los asteroides, sino que también puede ofrecer pistas sobre las condiciones del Sistema Solar en sus inicios.
Descubrimiento y potencial de impacto
El asteroide Bennu fue descubierto el 11 de septiembre de 1999 por el programa LINEAR en Nuevo México. Desde entonces, los astrónomos han seguido su trayectoria debido a su cercanía a la Tierra, ya que su órbita elíptica lo acerca a nuestro planeta cada seis años. La misión OSIRIS-REx ha sido crucial para conocer mejor Bennu; esta sonda fue diseñada para estudiar el asteroide y recoger muestras de su superficie, lo que podría ofrecer información valiosa sobre la formación del Sistema Solar.
En octubre de 2020, la sonda logró aterrizar con éxito en Bennu para recolectar muestras, marcando un hito en la historia de la exploración espacial. La cápsula con las muestras regresó a la Tierra el 24 de septiembre de 2023, permitiendo a los científicos analizarlas en laboratorios especializados.
Aunque la probabilidad de que Bennu colisione con la Tierra es baja, el día de mayor riesgo se estima para el 24 de septiembre de 2182, con un 0.037% de posibilidad de impacto. Este riesgo ha llevado a la NASA a investigar y desarrollar estrategias para mitigar posibles colisiones en el futuro, explorando métodos para desviar asteroides si fuera necesario, lo que es fundamental para la seguridad del planeta.
Ante el riesgo de impacto de asteroides como Bennu, la NASA y otras agencias espaciales han explorado diversas estrategias de mitigación. Una de las técnicas más debatidas es la desviación del asteroide, que implicaría alterar su trayectoria mediante naves espaciales.
Esto se podría lograr a través de métodos como el impacto cinético, donde una sonda colisionaría con el asteroide a gran velocidad, cambiando su rumbo. Otra estrategia sería utilizar tecnología de gravedad, en la que una nave se mantendría cerca del asteroide durante un tiempo prolongado, utilizando su gravedad para modificar lentamente su trayectoria de manera más controlada.
La vigilancia continua de asteroides es crucial para la seguridad de la Tierra. La NASA ha implementado programas como NEOWISE y el Catalina Sky Survey para monitorear asteroides cercanos, permitiendo detectar nuevos objetos y calcular sus órbitas con mayor precisión. Además, la colaboración internacional es fundamental, ya que diferentes organizaciones comparten datos y recursos, mejorando así la capacidad de respuesta ante posibles amenazas.
El estudio de asteroides como Bennu es crucial no sólo para evaluar riesgos, sino también para entender la historia del sistema solar. Las muestras recolectadas por la misión OSIRIS-REx ofrecerán información sobre los materiales primitivos que formaron los planetas y podrían contener pistas sobre el origen de la vida en la Tierra. A medida que los científicos analicen estas muestras, podrán descubrir compuestos orgánicos y responder preguntas fundamentales sobre nuestra existencia.